Tu nunca entenderás lo que te quiero
porque duermes, en mi estás dormido.
Yo te oculto llorando, perseguido
por una voz penetrante de acero.
Norma que agita igual carne y lucero
traspasa ya mi pecho dolorido
y las turbias palabras han mordido
las alas de tu espíritu severo.
Grupo de gente salta en los jardines
esperando tu cuerpo y mi agoníaen caballos de luz y verdes crines.
Pero sigue durmiendo, vida mía
¡Oye mi sangre rota en los violines!
Mira que nos acechan todavía.
Este poema del celebre autor muestra el amor como la realidad más excelsa de la vida, independientemente de la orientación sexual de quienes lo sientan, y la mil veces miserable condición de quienes, por fanatismo, hipocresía o necedad, intentan reprimirlo.
miércoles, 26 de marzo de 2008
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